Eva-Sión se dirigió a la unidad de Recaudación Ejecutiva de la Seguridad Social. Una deudilla de 1.100 euros que pretendía aplazar. El funcionario, con aspecto de jesuita rebotado, la miró con desafío :
-¿Eva ?Sión es su nombre completo?
Eva-Sión y Sor-Prendida: España y ellas son así |
26 de febrero de 2009Consuelo G. del Cid Guerra
-Sí.
-Pues vaya nombre, señorita.
-Perdone, el suyo tampoco tiene desperdicio. Prefiero llamarme Eva que Graciano Jodar. Y encima lo tiene aquí, impreso en la placa de plástico, para que se entere todo el mundo?
-Yo a usted no le he faltado al respeto, señorita.
-Dejémoslo, señor funcionario. Vengo a solicitar un aplazamiento de deuda.
-Lo siento, Eva-Sión. No se aplazan cantidades de menos de 1.200 euros.
-Pero es que yo no tengo los 1.100, señor funcionario.
-Y yo le repito, Eva-Sión, que no se aplazan cantidades de menos de 1.200 euros.
-Pues auménteme usted el pufillo en cien euros más y asunto arreglado.
-No puedo, señorita. Tiene usted que pagar los 1.100.
-No los tengo.
-Pues no puedo hacer nada. Si quiere, hable con el Jefe de la Unidad de Recaudación.
Me parece que ha salido a desayunar, pero si quiere esperar
Eva-Sión , de pié, permaneció a la espera. Al fin, tres cuartos de hora después, apareció un tipo gris con pantalón gris y camisa gris y bigote gris y mirada gris.
Coño, se dijo, los grises de nuevo, camuflados. Pensó por un momento en llamar a Sor-prendida, pero sin duda estaría durmiendo.
De pronto, escuchó su nombre a gritos : "Evasión ¡¡¡"
-Oiga, no?ue mi nombre es Eva, y mi apellido Sión. No se confunda porque ya he sufrido bastantes problemas de identidad, físicos y psíquicos.
El funcionario gris anotó su nombre completo. Insistió en que no se podía aplazar la deuda puesto que era inferior a 1.200 euros.
-Bueno?pues nada, embarguen cuando puedan lo que puedan. Yo he venido con buena voluntad, dispuesta a pagar, pero ustedes no me dejan.
Y mientras se explicaba ante el hombre gris, una mujer tremenda, rotunda y sofisticada, apareció en la planta pisando fuerte. Eva-Sión , llevada por el más puro de los instintos, olió a Opium. Es ella, se dijo. No hay duda. Es Sor-Prendida.
-¡¡Coño, Eva ¡¡ -exclamó Sor- ¿qué haces tú aquí?
-Hija, intentar pagar una deuda, pero no me dejan. Debo 1.100, y por menos de 1.200 no aplazan los pagos.
-¡¡Pringada ¡¡ -dijo Sor-Prendida. Hay que saber deber. En este país, no se puede deber tan poco, nena. Yo vengo por un pufo de seis mil, y verás como me lo arreglan cagando leches.
El funcionario gris no daba crédito a estética y nombres. Sor-Prendida, repetía, y la otra Eva-Sión, aquí hay tomate?¿dónde está la cámara oculta?
-Oiga ?intervino Eva-. Nuestros nombres no son objeto de mofa y befa para nadie, que le quede muy claro. Aquí no hay cámara oculta que valga, pero si la hubiera, estaría usted quedando de lo peor, pero de lo peor, vamos
Dos guardias de seguridad se abalanzaron sobre ellas. Contra todo pronóstico, Sor-Prendida se abrazó a uno de ellos : Era el bueno de Paul Bazo, portero de noche en el local de Sor.
-Paul ¡¡¡ no nos dejan pagar ¡¡ este funcionario no nos quiere aplazar las deudas ¡¡
-Cómo te pasas, Eustaquio ?dijo Paul Bazo-. Son colegas mías, haz el favor de enrollarte, que éstas pagan, tarde y con recargo, pero pagan.
Continuará ...