Los chinos, rebosantes de orgullo, me explican que la Plaza de la Paz Celestial, Tian Tammen, es la más grande del mundo. Al oírlo tengo que sonreír. Ya lo había escuchado en la Plaza Roja de Moscú, o en boca de amigos aztecas sobre el Zócalo cuando visité Ciudad México. En todo caso, mientras las tres grandes naciones se ponen de acuerdo, puedo atestiguar que la Tian Tammen no es muy pequeña que digamos. Hoy, convertida en telón de fondo para los grandes actos nacionales, es además ruta obligada de las excusiones turísticas.