El cese de Junqueras como eurodiputado desde el 3 de enero, que el lunes notificará Sassoli, puede desembocar en otra humillación para la justicia española.
Opinión | 10 de enero de 2020El próximo lunes 13 de enero, David Sassoli reconocerá a Junqueras, así como a Puigdemont y Comín, como eurodiputados desde el pasado 2 de julio. A este reconocimiento, derivado de la sentencia del Tribunal de Justicia Europeo, se sumará el cese de Junqueras de su cargo con efectos desde el pasado viernes 3 de enero, derivado del último comunicado del Tribunal Supremo.
Pero no todo es lo que parece. Si bien este movimiento parece reflejar un reconocimiento de la justicia española, en realidad responde a una aplicación de la normativa europea, que obliga al Parlamento Europeo a acatar las sentencias firmes de los tribunales de los estados miembros de manera inmediata. Sin embargo, esa no es la línea de meta. Con esta aplicación, la eurocámara tan solo aplica una normativa de obligado cumplimiento, pero no entra en consideraciones sobre su validez final. Lo cierto es que esta sentencia entra en contradicción con la sentencia del TJUE, por lo que este podría invalidar la sentencia del Supremo.
Algo parecido sucedió cuando las autoridades alemanas detuvieron al líder independentista Carles Puigdemont a raíz de la orden de extradición emitida por el juez Pablo Llarena. Todo parecía indicar que Puigdemont sería extraditado y enseguida unionistas y prensa española se felicitaban por la victoria del estado español sobre el independentismo. Sin embargo, el desenlace fue peor que si no hubiera pasado nada. Tras pasar el asunto a manos de los jueces, se denegó la extradición, Puigdemont quedó en libertad y actualmente es diputado en el Parlamento Europeo. Del mismo modo, hoy hemos visto múltiples muestras de satisfacción por una decisión que, en realidad, no pasa de ser una aplicación de la normativa que, lejos de ser definitiva, está siendo estudiada para ver si debe revertirse, cosa más que probable.
Porque el cese de Junqueras como europarlamentario conducirá a un análisis más en profundidad (en realidad ya se está analizando) que puede desembocar en la interpretación de que la sentencia del Supremo español responde a un desacato de la sentencia del TJUE. De ser así, la justicia española volverá a ponerse en evidencia y menoscabará aún más su ya gravemente herida credibilidad frente a los organismos europeos.
Si bien no se puede anticipar si tras una conclusión de tal naturaleza se podría revertir el cese y devolver a Junqueras su escaño, el anuncio de Puigdemont, Comín y el propio Junqueras como europarlamentarios el mismo lunes muestra que esa posibilidad no solo existe, es que además cuenta con precedentes.
Este proceder ya fue expuesto hace un par de días por el catedrático de derecho constitucional Javier Pérez Royo, quien aseguró que Junqueras terminará siendo más pronto o más tarde eurodiputado, sin importar las maniobras que temporalmente pueda ejecutar el Supremo.
Por tanto, calma. Lo de hoy no ha sido ni una traición a los independentistas catalanes ni darle la razón a la justicia española. Ha sido una simple ejecución de lo que dicta la normativa y que sigue su curso.