No la voy a recordar, por la sencilla razón de que es inolvidable.
Actualidad | 06 de febrero de 2025Sole Maes Coli, compañera por encima de todo, cómplice, confidente y amiga. Activista de matrícula de honor que siempre lo dio todo sin esperar nada a cambio. Presente en todas las manifestaciones por los niños tutelados, el hombro sobre el que muchas madres lloraron, siempre presente, viajando desde muy lejos para estar junto a todas las afectadas. Era de hierro, literalmente de hierro, fuerte, risueña, divertida, espontánea y brillante como ninguna. En sus ojos, todos los mares, azules, transparentes, inmensos, como la sangre caliente que mantuvo hasta el final. Ha luchado como la gran dama que fue y será siempre. Amante de su familia, de todos los que tuvimos la fortuna de conocerla y compartir tantas, tantas cosas...
Su casa estuvo siempre abierta, jamás presumió de nada ni pretendía otra cosa que luchar contra las injusticias, y lo hizo, vaya si lo hizo, hasta que el cuerpo aguantó.
Su último mensaje que conservo decía «te deseo lo mejor, eres muy especial». Pero ya no hubo un feliz 2025. Fue su leal amigo Rafael Losada quien me dio la noticia, y me quedé petrificada. Somos muchos los que la quisimos y la querremos siempre, por su entrega incondicional y por ser como era, superior al planeta tierra, con la luz de las personas distintas que apuestan fuerte y jamás tiran la toalla. Divina, descarada, locuaz, inteligente por demás.
Cuántas mañanas al raso, pancarta en mano. Eras tan necesaria...
Buen viaje, compañera. Nos vemos en esa otra dimensión cualquier día de estos, cuando toque, porque somos muchas las que tenemos más pasado que futuro. Estarás bien allí, con Helena Otón, en el universo de la autenticidad.
Dale recuerdos nuestros. Y tú, desde las alturas, bendícenos, por favor. Te queremos. Siempre, Sole. Siempre. Gracias por tanto.